Viviendas Sociales Torre-Baró
El barrio Torre Baró de Barcelona está constituido por un conjunto disperso y heterogéneo de edificaciones, de carácter humilde en su mayoría. Sin embargo, Torre Baró cuenta con un paisaje urbano valioso producido por su atmósfera doméstica y tranquila, la fuerte presencia de la vegetación y la topografía acusada que ofrece vistas sobre la montaña de Collserola y la vega del Besós. Estos factores aportan una identidad muy poderosa al lugar de la que este proyecto de viviendas sociales trata de sacar el máximo partido; y lo hace, sobre todo, alejándose de los linderos laterales donde los árboles tienen su sitio y permitiendo que la luz y las brisas crucen libremente el edificio de lado a lado.
Una secuencia de espacios bien distintos y cualificados establece el vínculo espacial y lumínico entre las dos calles que bordean la parcela. El acceso se produce a través de un porche que abre a la calle Escolapi Cáncer y que recoge suavemente su pendiente. Desde el porche se pasa al patio y trepando por la ladera “construida” se llega a un remanso horizontal que mira al sur y a la calle Castelldefels.
El volumen edificado es un prisma compacto que se envuelve sobre sí mismo alojando en su interior un patio abierto al sur, luminoso y aireado, que es el verdadero corazón del proyecto y que da acceso a todas las viviendas. Sus plantas se adaptan a la topografía sobre la ladera y flota sobre el terreno dejando pasar el aire y las vistas entre el norte y el sur. Pequeños ensanchamientos en las pasarelas de acceso y en las zonas horizontales ganadas a la pendiente generan lugares colectivos donde conversar o tomar el sol y así el proyecto incorpora recursos de la mejor arquitectura mediterránea con un volumen cerrado y abierto, nítido y complejo, que genera un espacio rico.
La fuerte topografía existente se modifica levemente para hacerla parte sustancial del proyecto. Las laderas que quedan sin ocupar al este y al oeste del edificio y se acondicionan con pequeños bancales que acomodan los distintos niveles del edificio, evitarán la erosión del terreno y permiten la plantación de nuevo arbolado. La escalera se pliega sobre la ladera para dar acceso directamente a las dos plantas principales, generando un paisaje interior aterrazado.
El exterior es fruto del carácter colectivo de la ciudad. Es sobrio y firme, sin embargo, el interior construye un escenario de atmósfera doméstica para los habitantes. Un hueco bien diseñado, formado por un pequeño balcón y persianas mallorquinas, articula las fachadas, y su repetición, adición y diferente posición establecen el orden general y la vibración de las fachadas.
Iñaki Alday Sanz; Margarita Jover Biboum; Jesús Manuel Arcos Cordón [AyJ]