Centro de Educación infantil en La Palma
La arquitectura de la escuela ha evolucionado a lo largo de su historia a medida que lo han ido haciendo los contenidos didácticos y el marco de relaciones entre alumno y profesor. Los avances técnicos y las corrientes culturales han incidido en la formulación del aula, pero ha sido la evolución pedagógica el verdadero motor de transformaciones más profundas en la configuración del espacio escolar. En España, fue la Institución Libre de Enseñanza la que introdujo los espacios para el juego y el ejercicio físico entre las arquitecturas para la enseñanza. Los nuevos principios del primer movimiento moderno, alimentados por las pedagogías de Las Nuevas Escuelas, se incorporaron con brillantez en los edificios del Instituto Escuela, que sentaron las bases de la necesaria relación entre las aulas y el sol, el aire y la naturaleza.
En 1970, después de décadas de retroceso, la ley Villar Palasí impulsó la modernización del sistema educativo de la dictadura dotando a las escuelas de recintos especializados para las nuevas materias del currículo, un ambicioso modelo que fue corregido a la baja solo un año después. Este modelo de escuela de 1971, con pequeñas mejoras y algunas renuncias, es la base programática de la mayor parte de las arquitecturas escolares que se producen hoy en España. A pesar de que se han sucedido numerosas reformas educativas, la incidencia de éstas en la arquitectura de la escuela ha sido muy escaso.
La enseñanza actual, como ha ocurrido siempre a lo largo del tiempo, necesita la incorporación en sus arquitecturas de nuevos espacios capaces de adaptarse con naturalidad los diversos escenarios para el aprendizaje. Sin necesidad de reinventar de nuevo la arquitectura escolar, un diseño cuidadoso puede, a través de pequeñas operaciones, multiplicar los lugares de encuentro entre alumnos, educadores y familiares.
A partir del cumplimiento estricto de las bases que establece el pliego de condiciones, el proyecto explora la ampliación de ecosistema escolar. La escuela La Laguna se dota de todos los recintos, aulas y servicios necesarios, pero incorpora, además, con muy pequeño consumo de superficie, una pequeña familia de espacios libres, o “free spaces” en su denominación internacional. “Free spaces” es un concepto acuñado por Sara Evans en 1960 cada vez más relevante en la esfera de la pedagogía porque propone espacios desregulados que den lugar a relaciones menos jerárquicas y más creativas. Son lugares donde alumnos y profesores pueden fácilmente disfrutar de conversaciones informales, estudiar en compañía, planificar actividades colectivas o dialogar sobre cuestiones sociales o políticas. De acuerdo con este concepto, el proyecto, gracias a su diseño compacto pero poroso, se articula como un collar de espacios diversos, cerrados, abiertos y cubiertos, de diversa escala y prestaciones que hace del edificio un lugar versátil y rico en lugares.